Me mira fijamente, me mira con cara preocupada explicándome que no entiende y yo le digo que venga a mi lado a relajarse un poco. Y pone esa cara de travieso, se lo que viene. Me corta la respiración.
Bajo lentamente ese vestido negro que tanto le gusta, tocando mi cuerpo, deseoso de él, ardiendo de deseos de tenerlo encima mio, noto su erección y me calienta más. Me acerco a él lentamente hasta estar a milimetros de su cuerpo, lo abraso y le rasguño fuerte la espalda, gime, lo beso. Con fuerza me lanza a la cama y mientras chupa expertamente mis pechos le desabrocho su pantalón - Quiero comertela- y gime nuevamente inclinando su cabeza levemente hacia atrás. Teniendo su miembro en mi mano, lo disfruto, juego con él y miro coquetamente hacia su cara para notar su nivel de exitación. Pareciera que sus ojos me dijeran estoy en sus manos. Comienzo a succionar rápidamente y una ráfaga de placer recorre mi cuerpo hasta la punta de los pies deseandolo con más fuerza, quiero más de él, quiero fundirme en él.
De improviso me toma del pelo, me levanta hacia él y me planta un beso. Un beso con sabor a él, con sabor a mi ,con sabor a pasión. Me empuja a la cama, y de improviso me atraviesa con su pene llenándome de él. Con el mecer de las olas empezamos pero nos envuelve una tormenta de deleite y sudor lo que nos lleva a una rápida explosión de placer. Somos uno. Somos esporas en el aire eléctrico de nuestra pieza. Quedamos abrazados en un nudo de sábanas, queriendo controlar el tiempo y desear que esto nunca acabe, cuando en mi mente acepta la idea que adora a este hombre y que ya no puede estar sin él. Lo abrazo, le beso su espalda y le digo con todo mi corazón: - Claudio, soy tuya.- Él me mira, sonríe, me besa y se duerme a mi lado y yo dormito con el olor de su cuerpo y antes de dormir susurro- te quiero-.